Querida incertidumbre,
Ha llegado el momento en que puedo escribirte. He pasado mucho tiempo preparándome y hoy, al fin, me dirijo a ti. Sé por donde empezar.
“Me acosté con él”. Cuatro palabras escritas por mi mejor amiga que destrozaron mi alma. Mi corazón estaba roto desde hacía meses. Otras cuatro palabras que temblaban en una pantalla “Ya no te quiero” se habían encargado de ello. Las palabras duelen, pero son los hechos los que matan. Lo he aprendido.
Repito continuamente la frase “a la torre derrótala”, una frase palíndroma que aprendí en el colegio. Me ayuda a entender mi situación. Es igual al derecho que al revés. Así soy yo. Así es como debo sobrevivir.
Lo sucedido me ha cambiado. He perdido mi inocencia. No me fio de nada ni de nadie. He decidido vivir contigo, con la única que no me ha mentido y siempre se comporta como puedo esperar. La única que es fiel y leal.
Aquí estoy, en un equilibrio imperfecto que no me permite avanzar hacia ninguna parte. Pero ya no me importa. Es en ti, en la incertidumbre, donde por fin he encontrado mi lugar.
Ellos ya no están juntos. Él se fue con otra, con otras. Ella se ha quedado enganchada a ese amor que ha valido más que la amistad. Cada uno de nosotros ha cogido un salvavidas y ninguno volverá a amar de la misma manera.
Yo he vivido nuevas experiencias, he tenido nuevas relaciones y he conseguido recomponerme. Haberte conocido y comprendido me ha permitido entender mi propia vida. No me arrepiento de nada y no tengo miedo al futuro.
Me despido ya de ti querida, aunque indeseable, amante compañera. Necesitaba expresar lo que siento para poder seguir mi camino. Encontrar mi sitio, si eso es posible.
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